Siempre, siempre, siempre...
Comencé a fallar desde un comienzo. Fallé una vez. Pensé que sería lo normal, equivocarme, siempre. Fallé otra vez. Me acabé acostumbrando a ello. Me fallaron la primera. Me di cuenta de que el error que había cometido, no solo me afectaba a mí, y ahora me torturaría el resto de mi vida. Fallé una tercera. Ya no podía ni creerme cuanto daño había hecho. Fallé la última. Este fue el peor fallo de todos, te rompí de una vez, en cachos tan pequeños que aún no has logrado recogerlos todos. Me fallaron la segunda y última, por ahora, y volví a darme cuenta de lo que sentí la primera vez que me fallaron, que quizás no estaba hecho para esto, que allá a donde iba, el dolor conmigo llevaba, y no podría desprenderme de él, nunca. La primera vez que fallé. La segunda que me fallaron. En ambas logré entender que no debería haber pasado así. Que no acabaría así. Pero terminaron. No quise aceptarlo, pero así fue. Aún me sigue doliendo lo último ocurrido, y pienso. Tú tienes que estar pasando por algo parecido, o peor. Pero no logras darte cuenta, de que la vida no se termina ahí, de que debes dar el siguiente paso, y equivocarte tantas veces hagan falta hasta encontrar tu Victoria más preciada. Pero hasta entonces, tienes que ser fuerte, como yo intento serlo. Por favor. No sufras más, pues sufrirías por mi, lo que sufro yo por todo lo que he hecho en mi vida. Lo siento. Has caído por un agujero sin fondo, en el cual necesitas que alguien te agarre, y te ayude a subir, otra vez. Pero no seré yo aquel que te ayude, pues yo aún sigo bajando, kilómetros más profundo de lo que tú estás ahora.
Suerte.
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